El reinado de Isabel II (1833 - 1868) vivió periodos de gran inestabilidad política. Las conjuras, las conspiraciones y los pronunciamientos fueron habituales y marcaron los cambios de gobierno.
El desprestigio de los gobiernos moderados condujo, a finales de junio de 1854, a La Vicalvarada, una sublevación de tropas en Vicálvaro, a las afueras de Madrid, dirigidas por los generales O'Donnell y Dulce. A lo largo del mes de julio, las algaradas callejeras, los asaltos a viviendas de ministros y nobles, las juntas revolucionarias, los manifiestos (como el de Manzanares), obligaron a la reina a aceptar un gobierno progresista, dirigido por el general Espartero.
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