 
Pese a que se planteó su boda con el hijo del pretendiente carlista, lo que hubiera resuelto el problema dinástico, al final se optó por casarla, en 1846, con su primo Francisco de Asis de Borbón, un matrimonio no deseado por la reina, que pronto inició su ininterrumpida serie de amantes.
Los escándalos de la Corte, el favoritismo de la monarca hacia las soluciones más reaccionarias y hacia un pequeño grupo de aduladores (camarilla), y las corruptelas económicas le hicieron perder todo apoyo político y popularidad pese a su carácter campechano.
Las disputas entre unionistas y moderados a las que se suma la alianza de progresistas y demócratas, la muerte de O’Donnell y la adhesión del general Serrano a los revolucionarios obligó a la reina a abandonar España y refugiarse en Francia. En 1870, abdicó a favor de su hijo Alfonso y vivirá el resto de su vida en París, mantenida por una espléndida pensión del Estado español, hasta 1904, fecha de su muerte. |