Entre los distintos
tipos de normas
que rigen los comportamientos del individuo particular y del ciudadano que vive en
sociedad, vamos a centrarnos en las normas específicamente morales. De los valores
éticos, salen y se fundamentan las normas morales que guían nuestros actos, por
ejemplo, si valoramos la amistad y la sinceridad, saldrá de esa valoración personal
la norma, también personal, "debo ser sincero con los amigos" que, posiblemente, nos
demos a nosotros mismos.
Las normas morales no estás escritas en ningún libro, como las leyes jurídicas por
ejemplo, ni hay autoridades específicas que nos obliguen a cumplirlas. Cuando obedecemos
normas morales, como por ejemplo cumplir la palabra que hemos dado, decir la verdad
aunque duela, y lo hacemos de forma libre y consciente, ¿por qué lo hacemos?, ¿dónde
está el origen del convencimiento y el acatamiento de esas normas? Hay dos posibles
respuestas a esta cuestión:
Hablamos de heteronomía moral (del griego héteros, que significa otro, y nómos,
ley), cuando los motivos en los que se fundamenta la conducta moral de una persona,
son exteriores a nuestra conciencia, es decir, cuando la norma moral que obedece
le viene impuesta por alguien distinto de él mismo, pueden ser los padres, una
autoridad religiosa o, simplemente, el miedo al castigo si no la cumplimos. Por
ejemplo, cuando realizamos una acción moralmente correcta, como decir la verdad,
por miedo a las consecuencias de que nos pillen mintiendo.
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Por el contrario, cuando uno realiza una acción moralmente correcta, por
convencimiento propio de que es lo que debe hacer, entonces decimos que esa
persona posee autonomía moral (del griego autós, sí mismo, y nómos, ley o
norma). Este tipo de persona, no se guía por meras opiniones personales,
sino que racionalmente y, por propia voluntad, asume como propios los valores
y normas de la sociedad en la que vive.
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