cnice Lengua Castellana y Literatura 3° ESO «---Quincena 10 ª-. El Barroco---»
  • Antes de empezar
  • Contenidos
  • Ejercicios
  • Autoevaluación
  • Para enviar al tutor
  • Para saber más
  • Índice
  • Página 1
  • Página 2
  • Página 3

El marco histórico del Barroco. La crisis del siglo XVII y la ruina del Imperio español

Se suele decir que la Casa de Austria pasó por España como un cometa, primero iluminando y luego arrasándolo todo con su estela. Efectivamente, los reinados de Carlos I (1516-1556) y Felipe II (1556-1598), que llenan el siglo XVI dividiéndolo en dos mitades, la de la expansión y la de la hegemonía del Imperio, fueron un momento de esplendor que se extingue por completo en la centuria siguiente dejando una sobrecogedora oscuridad. Sus sucesores, Felipe III (1598-1621), Felipe IV (1621-1665) y Carlos II (1665-1700), a quienes conocemos con el sobrenombre de Austrias menores, tienen que administrar unos inmensos dominios territoriales con un país empobrecido y una hacienda en quiebra. Los conflictos con Inglaterra, Francia y los Países Bajos, así como las revueltas y levantamientos internos (guerra de las Alpujarras, guerra de Cataluña, rebelión de Portugal, movimientos de independencia en Andalucía, Aragón y Navarra) ponen al país al borde del abismo.

La miseria se extiende por el reino. El aumento de los impuestos y tributos para sufragar las campañas militares arruina a la burguesía y condena al hambre a las clases populares. Hay malas cosechas, el trigo sube, la ganadería retrocede, aumenta el bandidaje y la mendicidad. Las enfermedades se ceban con los más débiles, las guerras se cobran la vida de miles de jóvenes, muchas familias emigran a América, lo que se traduce en un acusado descenso demográfico que agrava los problemas sociales y económicos. La Corona se ha endeudado pidiendo préstamos que ya no se pueden pagar y provocan sucesivas bancarrotas en 1607, 1627, 1647 y 1656.

La administración del Estado es errática. Los reyes dejan el gobierno en manos de privados y validos: Felipe III entrega las riendas del país al duque de Lerma y, cuando este fracasa, al duque de Uceda; Felipe IV, al conde duque de Olivares y, tras su dimisión, a Luis de Haro; en el reinado de Carlos II, un hombre débil y enfermizo, que da claras muestras de incapacidad mental, la Corte está llena de vanidosos advenedizos que codician el poder para enriquecerse personalmente y distribuir prebendas y altos cargos entre sus amigos y parientes. Uno tras otro pasan por el gobierno el jesuita Nithard, Valenzuela, Juan José de Austria, el duque de Medinaceli, el conde de Oropesa y, en los últimos años, la segunda esposa de Carlos, Mariana de Neoburgo, rodeada de una camarilla de intrigantes que se prepara para el inminente cambio político que va a producirse cuando el rey muera sin hijos, circunstancia que desatará la guerra de Sucesión (1701-1714), el primer conflicto europeo de la era moderna, que se extiende por Francia, Alemania y los Países Bajos hasta el mar del Norte.

Si hiciéramos un balance del período, no dudaríamos en hablar de decadencia y también de desequilibrios y desigualdades: la suntuosidad y el lujo de la Corte, el orgullo de clase al que se aferra la nobleza, contrastan con la crisis de autoridad, la corrupción política y la pobreza que domina la vida de campesinos y artesanos.

Alta visibilidadImprimir  w3C Accesibilidad AA Logo W3C
INTEF Ministerio de Educación, Cultura y Deporte 2009