Cuando un fenómeno ondulatorio
encuentra en su camino un pequeño obstáculo es capaz
de rodearlo. Por eso somos capaces de oir una conversación al
otro lado de un muro. Del mismo modo, cuando los frentes de onda encuentran
una pequeña abertura, se propagan a partir de ella en todas
las direcciones.
Estos dos comportamientos
constituyen la difracción, una
propiedad característica del movimiento ondulatorio hasta tal
punto que sólo se admitió la naturaleza ondulatoria
de la luz cuando se comprobó que presentaba difracción.
La rendija de la escena sirve para aclarar el concepto.